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Comunicación Presencial. Impacto y Transformación


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¿De dónde proviene la seguridad al comunicarnos con otros? ¿Cómo se presenta o manifiesta aquello que nos permite tener impacto en nuestro entorno y completar nuestros procesos de interacción?

He estado trabajando, cuando se trata de abordar los procesos de comunicación interpersonal, con tres niveles bien visibles: el corporal, el mental y el emocional. El equilibrio y fuerte conexión entre estos tres niveles de nuestra experiencia y percepción del mundo, son los aspectos claves para tener el impacto justo que nos es dado en nuestras interacciones con otros.

No se trata del impacto que deseamos a fuerza de pura voluntad o imposición, tampoco me refiero a las técnicas de persuasión utilizadas a veces sin ética como métodos o vías para manipular. Entramos aquí en otro ámbito, más sutil y si se quiere profundo: el del contacto personal, desde un lugar esencial hacia las personas con quienes nos relacionamos.

En ese punto de contacto puede producirse un equilibrio, que se experimenta como un balance entre nuestra creatividad natural, el flujo del impulso expresivo en el cuerpo y las ideas que estamos manifestando. He allí los tres niveles: el cuerpo como vía de percepción y contacto concreto con el otro, las emociones como flujo de las percepciones que establecen relación a través del universo intra-subjetivo de quienes interactúan, y los pensamientos constituyendo constructos abstractos y elaborados para explicar y explicarnos.

Habría que incluir en esta dinámica un cuarto elemento: el espiritual. Este es el aspecto de conexión con un nivel de experiencia que nos sobrepasa como individuos, que no guarda relación con el yo (el Ego) y que nos permite experimentar un sentido mayor en nuestras comunicaciones.

He visto como esto se manifiesta en prácticas de oratoria, en talleres de comunicación presencial o en asesorías individuales. También lo he vivido en mis relaciones. Cuando un individuo quiere comunicar una idea, esa idea representa parte de su objetivo expresivo (la otra parte es el efecto que busca lograr en sus interlocutores), lo cual está en el nivel mental; esa idea y el objetivo de comunicarla a alguien lo pone en movimiento, involucrando sus sentidos (percibiendo el entorno y a quienes le escuchan) y su cuerpo en movimiento que acompaña todo el acto de comunicación (esto es el elemento no verbal); estas ideas y la acción física que las sostiene en el contacto con otros, están a su vez moviéndose sobre o a través de las emociones, las cuáles ofrecen valor y permiten realmente producir un contacto entre dos o más personas.

Pero a lo largo de la vida de una persona el propósito mayor, la intención amplia de sus interacciones, está vinculada a la existencia espiritual, un ámbito inabarcable que estando siempre presente nos coloca en circunstancias de movilizar o completar experiencias y relaciones, acciones de cooperación y proyectos, separaciones o desafíos compartidos.

¿No han notado como a veces un discurso puede contar con todos los elementos formales y sin embargo no comunicar nada? ¿No han percibido el vacío que se produce cuando un individuo, incluso hablando de forma coherente, con el vocabulario y los gestos adecuados, dice cosas sin conexión interna alguna? Todos tenemos la capacidad de percibir estas cosas.

El flujo de información, objetivo, intención o propósito, emoción, gesto y movimiento, es una dinámica que no puede controlarse a voluntad. Por ello, el trabajo de quien se comunica presencialmente constituye un entrenamiento continuo, similar al que debe desarrollar un actor o cualquier clase de intérprete escénico. Se trata de abrir espacios donde aparecen los bloqueos, obstáculos o limitaciones. Esta es la tarea real y requiere de conciencia y dedicación.

La única decisión que podemos tomar es estar abiertos, el único trabajo prepararnos y darle mantenimiento continuo a nuestro instrumental: el cuerpo, la psique o el alma, la razón. Esta es nuestra decisión cotidiana y la labor por asumir.

El potencial comunicativo real, la fuerza transformadora de nuestras interacciones, viene otorgada desde el nivel espiritual. A nosotros nos toca ocuparnos sólo de los otros niveles.

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Comunicarnos Mejor


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Markel R. Méndez H.
Nadie puede alcanzarnos con sus juicios a menos que ya nos hayamos juzado nosotros antes. Por eso cuando alguien emite una opinión sobre mí o alguna de mis acciones, y esa expresión me afecta emocionalmente y me desequilibra, se que me están mostrando un aspecto de mi mismo que me resulta difícil aceptar y amar, que probablemente estoy enganchado en un patrón que no me apoya a obtener los resultados que espero o me gustaría alcanzar.
En ocasiones es más fácil reconocer cuando los juicios de otros nos afectan: la perspectiva de nuestros padres, de nuestra pareja, de los seres que más amamos o queremos, o de aquellos que admiramos y tenemos como modelos. Para algunos de nosotros es más retador poder darnos cuenta de ese mismo fenómeno en la comunicación intrapersonal: cuando la perspectiva o idea de como «debo ser» o «debo comportarme» (que se puede traducir en cosas como aquello que debo conocer, las cosas que debo tener, los logros que debo alcanzar en tal o cual momento de mi vida, la claridad que debo tener, etc…) se traduce en una presión continua sobre mi, como la voz de un juez implacable e invisible que vive en mi cabeza y mi cuerpo.
Pero aunque sea un desafío, lo importante para mí ha sido comprender que mis relaciones con otras personas no son más que un reflejo de la relación que mantengo conmigo, que en la medida en que soy más abierto y honesto en mi interior, que mejor me reconozco y acepto, que más amor manifiesto, mayor es la conexión que puedo generar con otros, produciéndose relaciones de calidad, y con un apoyo más claro para aprender y crecer.
Mis formas expresivas mejoran naturalmente y el modo en que me comunico con otros alcanza nuevos niveles de fluidez y aceptación. Entonces las opiniones, los juicios o cualquier otra expresión de quienes me rodean, se convierte en una oportunidad para entender un aspecto de mi mismo, o darle un giro completo a la situación con creatividad, o quizás se produce una señal para retirarme y reconsiderar lo que sea que esté sucediendo.
Todo este proceso es ya sumamente conocido y existen muchas formas de describirlo, sin embargo es la experiencia la única vía para realmente reconocer cómo funciona este mecanismo en nosotros. Tener la vivencia, probar alternativas y observar la forma en que se desarrolla la dinámica y se producen los resultados, es una forma perfecta para saber cómo está mi comunicación conmigo y con otros, encontrando nuevas formas de abordar mis relaciones.
El amor es una de las claves, amor por mi, por los otros y por aquello que está sucediendo.
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Hablemos de Expresión y Oratoria


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Mejorar nuestras habilidades y capacidades de comunicación nos llevará a experimentar un mayor grado de libertad personal y fluidez vital.

Markel R. Méndez H.

He puesto energía en mejorar mi capacidad de contacto con otros. Progresivamente, he encontrado maneras de sentirme más seguro en el mundo y en relación con los demás, además de desarrollar más capacidad para hacer escuchar mi voz, integrar mi cuerpo a lo que estoy expresando, entre otros aspectos fundamentales de la comunicación presencial.

La mayor parte de estos elementos los manejamos o abordamos de forma empírica y natural. Cuando se trata de aspectos que podríamos considerar “subjetivos” o “vinculados a nuestra dimensión emocional”, generalmente entramos en un patrón de lucha afirmando que estamos trabajando para controlar el miedo escénico, o luchando para lograr más fluidez y claridad en nuestra expresión.

Por otro lado, aquello que reconocemos como si estuviese fuera de nosotros, de modo que es más mesurable y observable, esperamos corregirlo de forma inmediata nada más con haberlo reconocido. Es así como identificamos y nos colocamos frente al desafío de mejorar nuestra dicción, el uso del espacio escénico, la forma de movernos o nuestra gestual. He encontrado que muchas veces las personas esperan que alguien les de un “truco” para transformar estos aspectos, y aunque ya saben qué les pasa y cómo podrían mejorarlo no se involucran en el trabajo de hacerlo.

El asunto es, muchas veces, que el hablar (con otros) es un acto natural que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida como elemento fundamental de nuestra supervivencia. Comunicarnos es ineludible e indispensable, y no parece que sea algo que debamos mejorar en un nivel profundo, porque después de todo ya sabemos cómo hacerlo.

Sin embargo, el aprendizaje en torno a la acción de comunicarnos es un eje central de nuestra existencia, la forma en que avanzamos y crecemos en nuestra vida, y el modo en que logramos cooperación para generar nuevas y mejores condiciones de vida.

Es en la interacción con otros que podemos conocernos y experimentarnos completamente. La comunicación es también un acto transformador, por lo cual vale la pena colocar nuestra atención en sus aspectos sutiles, tanto los evidentes como los menos visibles.

Me dispongo entonces a señalar el conjunto de elementos que constituyen, desde mi perspectiva, las áreas del trabajo y preparación del orador. Cada uno de ellos está vinculado con los demás, de modo que al trabajar sobre uno de ellos ya estamos generando cambio en los demás.

Veamos en primer lugar los aspectos que constituyen las capacidades técnicas del orador:

  1. Estructurar el discurso.

Esta es generalmente el área en la cual se hace mayor énfasis al momento de prepararnos para una presentación oral. Es un área de trabajo de complejo abordaje si se consideran sus diversas aristas: coherencia de ideas presentadas, claridad en el enfoque general del tema (vinculado a la claridad del objetivo, definido en función de la audiencia), forma de estructurar las frases y elaborar conectivos entre las ideas presentadas, modo de conclusión y adecuación del vocabulario.

  1. Uso del espacio (Proxemia).

Ello se desarrolla en primer lugar percibiendo la disposición de la audiencia, el grado de proximidad física que deseamos tener con ella, de lo cual se generará una forma de desplazarnos por la sala donde estamos ofreciendo nuestro discurso.

Por otra parte, nuestros desplazamientos pueden servir de apoyo para ilustrar una idea, trasladar y ubicar una imagen en el espacio, marcar cambios de ritmo, etc. Muchas veces nuestros pasos pueden funcionar como signos de puntuación a lo largo de la presentación oral.

  1. Gestual y Expresión Corporal (Kinesia).

Como mínimo el 90% del mensaje, cuando se trata de la comunicación presencial, se transmite a través de signos no verbales. Por eso los aspectos relativos a nuestros gestos y el movimiento de nuestro cuerpo se hacen tan relevantes al momento del contacto y la interacción cara a cara.

Nuestro cuerpo y sus formas expresivas son el soporte esencial de nuestro discurso. Es nuestro rostro, nuestros brazos, manos, piernas, pecho, abdomen, las vías de acceso a la emoción como soporte del contacto con otros seres humanos.

Es desde este elemento (la gestual) que se producen las imágenes en un discurso, la posibilidad de percibir un conjunto de palabras como un transcurrir orgánico que se produce como experiencia transformadora de sus participantes o interlocutores.

  1. Voz – Proyección, Volumen y Matices.

Cuando estamos frente a otros individuos la voz es una de las principales vías de contacto. La vibración que hacen nuestras cuerdas vocales y que se transmiten a todo el cuerpo llega a los otros, quienes nos escuchan, de forma tal que les permite percibir las imágenes, emociones e ideas que estamos expresando.

Un primer nivel de trabajo es el trabajo de sensibilización sobre las sensaciones corporales que produce la emisión de sonido con la voz. Generalmente, es a través de la percepción de estas señales corporales, que puede mejorarse el uso de la voz, su proyección, matices y volumen, en función de objetivos específicos ante determinadas audiencias.

La voz es también una vía de acceso a información sobre nosotros mismos, nuestros estados internos y modos de conexión con otros.

  1. Dicción y Ritmo.

La articulación de las palabras produce un matiz específico en el proceso de comunicación oral, que puede facilitar u obstaculizar la comprensión del mensaje y el proceso de retroalimentación.

Lo primero que hay que considerar es que la pronunciación de las palabras sea lo suficientemente clara y fluida como para que existe entendimiento de los códigos verbales.

En segundo lugar hay que considerar el ritmo en el cual se expresan las ideas  se emiten los sonidos que constituyen palabras y frases a través de la dicción. En conjunto, estos elementos permiten mayor o menor claridad en la emisión y recepción del mensaje, siendo aspectos tanto observables y fácilmente verificables, como subjetivos en su abordaje y percepción.

En todos estos aspectos lo que buscamos es la coherencia, y la capacidad del individuo (el orador o comunicador) de colocarlos al servicio del contacto con otros individuos en la emisión de su mensaje.

Todos ellos están interrelacionados entre si. Poseen además un vínculo estrecho con las habilidades naturales del orador:

  1. Claridad de la Intención.

Lo más evidente del aspecto de la intención es lo relativo al objetivo del discurso. Generalmente pueden diferenciarse tres objetivos generales para las alocuciones o presentaciones orales: informar, entretener y persuadir.

Por otro lado, podemos vincular el elemento “intención” al propósito que tiene el orador con relación a su audiencia, vale decir lo que desea, quiere o pretende logar en sus interlocutores: dejarles clara una idea, impactarlos con imágenes, sacudirlos, hacerlos reflexionar, etc.

En un nivel más profundo tenemos lo relativo a la intención de los individuos que se comunican, vale decir su conexión con aquello que los moviliza vitalmente, que les coloca en circunstancias particulares y momentos específicos para dar un mensaje.

El campo de la intención es una fuerza subjetiva que se manifiesta en múltiples ámbitos de la realidad, lo que puede ser tanto la experiencia que quiere tener el sujeto (libertad, autonomía, claridad, poder), como la forma en que se genera su impacto en los demás (impulso a la solidaridad, a la competencia, a la elevación de la conciencia, al desarrollo, a la acción conjunta).

Mientras mayor conexión o claridad interna tiene el orador o comunicador con respecto al ámbito de la intención, mayor profundidad, claridad y fluidez logrará en sus intervenciones. Esta es un área de trabajo amplia y de gran alcance.

  1. Capacidad Creativa.

Todo acto de comunicación es transformador, de modo que en cada encuentro entre sujetos se abre una oportunidad creativa y de aprendizaje.

Vemos la creatividad vinculada también a la espontaneidad, y ello aparece cuando dos o mas individuos se comunican en estado de relajación y conciencia abierta, que es una forma particular de atención y mantenimiento del foco en el proceso de interrelación con otros.

Tanto la espontaneidad como la creatividad pueden entrenarse y desarrollarse, a través de técnicas de improvisación, trabajo escénico y práctica constante en situaciones cambiantes.

  1. Balance.

Nos referimos tanto al balance corporal como al equilibrio expresivo en general, considerando todos los aspectos que hemos mencionado hasta ahora.

El balance se genera cuando hay conexión interna suficientemente fuerte como para percibir e integrar a la expresión el movimiento emocional, las sensaciones corporales (que nos dan información sobre nosotros y el entorno), el ritmo de las ideas en nuestra mente, todo lo cual se manifiesta en movimientos físicos, expresiones, voz y palabra.

También puede entenderse como armonía, y es una noción subjetiva que nos conecta con lo que consideramos adecuado, hermoso y de proporciones correctas.

  1. Empatía.

Se trata de la conexión con la audiencia, el grado de reconocimiento positivo que se manifiesta entre los interlocutores (o entre el orador y su audiencia).

A través de esta conexión el orador o comunicador puede percibir cambios sutiles en el estado de atención o ánimo de quienes le escuchar, de modo que es capaz de adaptar su discurso o intervención a lo que va percibiendo. Este es un proceso intersubjetivo que se produce constantemente en tiempo presente, lo que puede generar la sensación de alta velocidad pero que en realidad facilita el fluir de la comunicación.

Habilidades y Capacidades expresivas y de comunicación son aspectos esenciales para el desarrollo personal, el logro de mejores niveles de contacto con otros, aumento de la capacidad persuasiva y de aprendizaje.

Son también aspectos esenciales en el estado de nuestras relaciones interpersonales. Su abordaje y mejoramiento nos llevará a experimentar un mayor grado de libertad personal, fluidez en nuestras actividades cotidianas y claridad en nuestra vida.

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LA IMPORTANCIA DEL PROPÓSITO


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Markel R. Méndez H.

Un asunto que considero fundamental para hacer contacto con otras personas, impactar a nuestros interlocutores y permitir que la transformación de una comunicación viva ocurra, es el mantener vibrando nuestro propósito. Esto tiene distintos niveles de manifestación en nuestros procesos de interacción o expresión.
En primer lugar encontramos el aspecto más evidente: el objetivo del acto concreto de comunicación. Trátese de una conversación informal, una presentación académica o una conferencia empresarial, siempre estará presente un objetivo que, hágase o no explícito, se hace evidente para todos los involucrados: resolver un malentendido, lograr una cita, vender un producto, presentar una campaña o proyecto, etc.
En este nivel la conexión del objetivo con nuestros recursos expresivos puestos a su servicio puede parecer bastante evidente y se da, principalmente, en el ámbito de lo racional. Sabemos entonces que en esa situación específica, contexto determinado y frente a ese interlocutor particular debemos actuar, lógicamente, de tal o cual manera, proceder a este ritmo (y no otro), presentarnos y usar el vocabulario adecuado. Podemos incluso generalizar al respecto de que nuestro objetivo en este nivel está ubicado en una de tres dimensiones: informar, entretener o persuadir.
Pero en todo acto de comunicación, sea cual sea el contexto, la situación e incluso la audiencia, existen otros niveles de intención o propósito, más sutiles y de vital importancia. En el otro extremo del objetivo específico se encuentra el propósito de nuestras interacciones, lo que impulsa nuestra expresión y la finalidad mayor de aquello que buscamos en nuestro encuentro con otras personas.
Comunicarnos es contactar, la forma que tenemos de hacer contacto con otros está profundamente relacionada con el modo en el cual nos relacionamos con nosotros mismos en el interior. Por ello la clarificación de estos otros niveles de intención o propósito se torna fundamental.
Por un lado, esa intención puede ser elegida, respondiendo de forma consciente a la pregunta: ¿Cómo queremos ser percibidos por lo demás (familiares, amigos, colegas)? Ello enmarca ya un nivel de intención mayor al objetivo concreto de nuestra interacción presente, y hayamos o no respondido a esta pregunta, las creencias en torno a la percepción de los otros existe y afecta nuestra forma de expresión.
También puede existir una brecha entre lo que yo creo que los demás perciben acerca de mi persona y lo que realmente perciben, de modo que podría estar funcionando siguiendo ideas que no corresponden a la verdad, fantasías inexactas. He encontrado a muchas personas que en sus comunicaciones e interacciones, deciden dejarse llevar por imágenes negativas acerca de sí mismas, llegando a conclusiones catastróficas en torno a las reacciones de los demás, de modo que pueden bloquearse profundamente en la situación de relación con otros.
Un ejemplo de ello es cómo leemos los gestos de nuestra audiencia cuando realizamos una presentación oral: es mejor verificar antes de sacar conclusiones. Quizás un grupo silencioso sea signo de alto nivel de atención y concentración, y no necesariamente producto de desinterés. (Generalmente estas señales se clarifican cuando prestamos atención a lo que nos dice nuestro cuerpo, pero estas ideas las desarrollaremos en un trabajo posterior).
Si encontramos una brecha entre lo que yo creo que los demás perciben de mi y lo que yo en particular percibo de mi, ello podría significar que no estoy alineado internamente, quiere decir que no me estoy presentando, manifestando o expresando con honestidad o coherencia. Esto puede ser muy sutil y hasta inconsciente. Estamos refiriéndonos aquí al aspecto de la congruencia en nuestras comunicaciones.
Todavía existe un nivel más amplio y, si podemos verlo de ese modo, más profundo, relativo a la intención de nuestros actos de comunicación, el cual ya no está directamente vinculado a nuestra voluntad, sino que es, en cierto sentido, un propósito que nos ha sido dado. Hay muchas maneras de ver esto:
Es posible que por el rol que nos toque jugar en determinadas situaciones o contextos, se nos imponga (de cierta manera) ese propósito o intención; también es posible que un conjunto de personas perciba ciertas cualidades en nosotros y tiendan a presentarnos repetidamente situaciones particulares que nos llevan a expresarnos de una manera concreta; quizás se nos presenten de forma natural oportunidades para comunicarnos siguiendo una vía que pareciera no ser elegida por nosotros, sino que se presenta una invitación constante a lo largo de nuestra vida.
Estas son maneras en que ese propósito mayor se manifiesta en nuestras interacciones con otros. Recordemos siempre que se trata de un doble flujo, hacia dentro y hacia fuera de nosotros, en el tiempo presente pero también a lo largo de un lapso determinado, con repercusiones inmediata en todos los involucrados (la comunicación es un acto transformador) que tanto se ajusta a las circunstancias dadas como mantiene su eco más allá de ellas y de lo evidente. A veces pasan meses antes de entender un momento de encuentro o de realmente incorporar una frase dicha en el instante justo.
Es así que podemos aproximarnos a la importancia del propósito o intención en los actos de comunicación. Si logramos sentir, percibir, visualizar o incluso declarar qué mueve nuestras interacciones en ese nivel más profundo y nos mantenemos conectado con ello, probablemente sentiremos una vibración que guiará nuestros movimientos y sostendrá nuestra voz, de forma tal que haremos un contacto más profundo con los demás, en cualquier situación que se presente.
Todo esto es posible trabajarlo a través de técnicas concretas que permiten alinear los niveles físico, mental, emocional y producen un mejor flujo de la energía expresiva, mayor balance y coherencia en nuestras interacciones. Sobre todo esto seguiremos hablando en este espacio.
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El Poder de la Intención


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Dr. Wayne W. Dyer

“Toda belleza vista aquí abajo por personas con agudeza se asemeja más que nada a esa Fuente celestial de la que procedemos todos…” (Miguel Ángel Buonarotti)

“Hay en el universo una fuerza inconmesurable, indescriptible, que los chamanes llaman «propósito», y absolutamente todo lo que existe en el cosmos está ligado al propósito por un vínculo de conexión” (Carlos Castaneda).

La Fuente, que es intención, es energía pura, ilimitada, con unas vibraciones tan rápidas que desafían toda medición y observación. Es invisible, sin forma ni límites. De modo que, en nuestra Fuente, somos energía amorfa, y en ese campo espiritual de la energía, informe y vibrante, reside la intención.

La intención es una fuerza presente en todas partes como campo de energía; no se limita al desarrollo físico. También es el origen del desarrollo no físico. Ese campo de la intención existe aquí y ahora, y puedes acceder a él. Cuando lo actives, empezarás a notar que tu vida tiene un objetivo y te dejarás guiar por tu ser infinito (…) Al tiempo que te inclinas simbólicamente ante esa fuerza, reconoce que te estás inclinado ante ti mismo.

Seis convicciones del Ego que nos separan de la Intención:

  1. Soy lo que tengo.
  2. Soy lo que hago.
  3. Soy lo que los demás piensan de mí.
  4. Estoy separado de todos los demás.
  5. Estoy separado de todo lo que me falta en la vida.
  6. Estoy separado de Dios.

Cuatro Pasos hacia la Intención:

  1. La Disciplina. Se consigue con práctica, ejercicio, hábitos saludables, comida sana, etc.
  2. La Sabiduría. La sabiduría combinada con la disciplina fomenta tu capacidad para centrarte y tener paciencia a medida que armonizas tus pensamientos, tu intelecto y tus sentimientos con el trabajo de tu cuerpo.
  3. El Amor. Este proceso supone amar lo que haces y hacer lo que amas.
  4. La Entrega. «En el universo hay una fuerza inconmesurable, indescriptible, que los chamanes llaman propósito, y absolutamente todo lo que existe en el cosmos está unido al propósito por un vínculo de conexión». Cuando te entregas, te iluminas y puedes consultar a tu alma infinita. Entonces puedes acceder a la fuerza de la intención, que te llevará a donde crees que estás destinado a llegar.

Yo repito en silencio la palara «intención» o «propósito» para que me ayude a librarme del ego y estar centrado en mí mismo (…) Ábrete a la posibilidad de recibir la ayuda que deseas. Confía en la intención. Existe para ti. Mantente alerta y dispuesto a aceptar cualquier orientación que se te presente. Vibra en armonía con la Fuente omniproveedora.

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Sobre el Espacio: "La Astucia del Aburrimiento"


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Peter Brook
 


Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario desnudo. Un hombre camina por este espacio vacío mientras otro lo observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral.


Me hallaba un día en una universidad inglesa, durante mi cilo de conferencias que sirvieron de base para mi libro El espacio vacío, subido a una tarima frente a un gran agujero negro, y en el fondo de aquel agujero distinguía vagamente a unas cuantas personas sentadas en la oscuridad. Cuando empecé a hablar tuve la sensación de que todo lo que decía no tenía el menor sentido. Me fui deprimiendo cada vez más ante la imposibilidad de hallar un medio natural para llegar hasta ellos.
Los vi sentados como alumnos atentos, esperando las palabras sabias con las que llenarían sus libretas de apuntes, mientras yo representaba el papel de profesor investido de la autoridad que confiere una altura de dos metros por encima de los que escuchan. Afortunadamente tuve el valor de interrumpirme y sugerir que buscáramos un nuevo espacio. Los organizadores se dedicaron entonces a recorrer la universidad hasta que hallaron una pequeña habitación que era demasiado estrecha y muy cómoda, pero donde nos fue posible desarrollar una relación más natural e intensa. Cuando empecé a hablar de nuevo, percibí de inmediato que bajo esas nuevas condiciones se había establecido también un nuevo contacto entre los estudiantes y yo. A partir de ese momento fui capaz de hablar con toda libertad y el público disfrutó de parecida liberación. las preguntas, al igual que las respuestas, fluyeron sin dificultad. Aquel día aprendí una importante lección sobre el espacio.

Es necesario crear un espacio vacío para que se produzca algo de calidad. Un espacio vacío permite que nazca un nuevo fenómeno, ya que sólo si la experiencia es fresca y nueva podrá existir cuanto se relacione con contenido, significado, expresión, lenguaje y música. No obstante, no hay experiencia fresca y nueva sin un espacio puro, virgen, para albergarla.

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L A V O Z


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Del Libro: LA VOZ. Técnica vocal para la rehabilitación de la voz en las disfonías funcionales. De Carmen Tulon Arfelis. Edit. Paidotribo. España, 2000.

CLASIFICACIÓN VOCAL
Extensión y Tesitura

Se llama tesitura a la extensión de la voz dentro de la cual el cantante se mueve con facilidad y comodidad. La frecuencia óptima para la voz hablada se halla en la parte baja de la tesitura.

La extensión es el conjunto de tonos o frecuencias que puede emitir la voz. La extensión es superior a la tesitura, ya que es la suma de ambas.

La voz humana tiene la posibilidad de unas tres octavas de extensión. La tesitura de una voz culta (voz entrenada, la del cantante o del orador profesional) es aproximadamente de dos octavas (…) El aumento de la tesitura se adquiere con entrenamiento.

Según la tesitura, la voz se clasifica en general en tres categorías para cada sexo. Del grave al agudo son: bajo, barítono y tenor para los hombres; contralto, mezzosoprano y soprano para las mujeres.

La mayoría de las voces pertenecen al registro (tesitura) agudo. Las voces agudas (tenores y sopranos) representan un 80% de todas las voces. Las voces centrales (barítonos y mezzosopranos), un 15% y las voces graves (bajos y contraltos), un 5%.

La voz tiene la capacidad de sonorizarse en cualquier espacio de la vía respiratoria.

Una voz disfónica raramente se sitúa, en el espacio, en la zona alta de los resonadores con el consiguiente predominio de los armónicos agudos; normalmente lo hace a la inversa, hacia abajo, con la pérdida de estos armónicos, lo que provoca una voz opacada, descimbrada y poco sonora.

La tesitura no es voluntaria, sino que obedece a diferentes factores: morfológicos, endocrinológicos, Psicológicos, etc., los cuales dan a cada individuo un timbre particular. Dentro de cada tesitura hay una zona óptima para la voz hablada (y cantada) en la que la voz se mueve con toda comodidad y sin riesgo para el aparato fonador. Ésta es la zona que debemos localizar y potenciar.

RELACIÓN CUERPO-VOZ

La voz no constituye un hecho aislado, sino que forma parte de un todo. La voz es el reflejo de lo que somos en realidad en los ámbitos físico, mental y emocional. También utilizamos la voz como protección cuando existe un desacuerdo entre lo que realmente somos y lo que queremos ser o aparentar. Por ejemplo, fuerza vocal ante lo que entendemos como debilidad o inseguridad personal.

Cuando la voz no expresa libremente nuestro sentir puede dañarse. Hablar de forma relajada, con placer y complacencia es un privilegio de pocos. Un profesor, por ejemplo, debe dar su temario al mismo tiempo que debe mantener un cierto grado de disciplina, y debe hacerse oír por encima de ruidos internos y externos. Esta situación imprime tensiones musculares que llevan a posturas corporales inadecuadas. Las más frecuentes son: tensión mandibular, tensión cervicocraneal, levantamiento de hombros (con el desequilibrio esqueléticoy de musculatura de tronco que conlleva). Todo ello implica un riesgo para la voz.

Esto es extensible a cualquier persona que vive su trabajo o su relación familiar y social con un exceso de celo o en una situación de estrés.

Los síntomas del estrés, a menudo, nos pasan desapercibidos porque no tenemos desarrollada la muy sana costumbre de atender mensajes que el cuerpo nos envía. Cuando algo va mal el cuerpo avisa, pero nosotros (que en general nos creemos muy importantes, muy ocupados o muy valientes) hacemos caso omiso o, lo que es peor, nos sentimos orgullosos de soportar sin quejas.

Algunos de los síntomas del estrés son: tensión muscular sobre todo de la mitad del tronco para arriba; dificultad para dormir; dificultad para concentrarse; irritabilidad; impaciencia; cambios en la alimentación (exceso o inapetencia); ansiedad expresada en hábitos o patrones adictivos (cigarrillo, consumo de bebidas alcohólicas); pérdida de interés sexual; etc.

Por lo que se refiere a la voz, el estrés tensiona músculos directa o indirectamente implicados en el acto fónico, lo cual debemos tratar de combatir.

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Tres Claves para el Orador


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Markel R. Méndez H.
En primer lugar es fundamental atender la (1)POSTURA. Ello comienza por percatarse de cómo se están apoyando los pies en el suelo; si el apoyo es firme y equilibrado, hay más probabilidad de dar un discurso fluido y coherente, con la energía y el ritmo adecuados. He visto muchos oradores en desequilibrio, jugando con los pies o moviéndose de un lado al otro sin sentido.
Generalmente recomiendo comenzar por practicar el discurso de pie en un sólo sitio, con un apoyo firme de ambos pies en el suelo; posteriormente se puede trabajar con desplazamientos en el espacio.
Hay que tener cuidado además de no bloquear la energía en las rodillas, esto es evitar acumular tensión innecesaria en las piernas. Una pequeña y casi imperceptible flexión permitirá mejor circulación y mayor conexión con el suelo, lo que mejora la presencia en el espacio, la claridad con respecto a la circunstancia y la audiencia.

Otro aspecto importante relativo a la POSTURA es el estiramiento de la columna vertebral. Para lograr un mejor funcionamiento el abdomen debe estar trabajando todo el tiempo. Existe una tensión dinámica que «empuja» en distintas direcciones: hacia atrás en la espalda, hacia abajo las caderas y hacia arriba a la altura del diafragma. Esta fuerza dinámica en tres direcciones permite sostener el cuerpo sin tensión, pues los hombros y la garganta se relajan, los brazos y las manos responden a los impulsos que vienen del centro constituido por el abdomen y la pelvis.

Todos estos aspectos están estrechamente vinculados con la (2)RESPIRACIÓN. Desde mi perspectiva, que el orador tenga conciencia de su patrón de respiración es vital. Algunos elementos a considerar son:

* Zona preferente de la respiración: hay personas que respiran sólo a la altura del pecho, otras más hacia el abdomen o la pelvis, otras elevan los hombros y bloquean el resto del cuerpo.

* Ritmo de la respiración: hay respiraciones rápidas y entrecortadas, otras caóticas, otras con ritmos específicos y que se sostienen a lo largo de la presentación, etc.

* Uso del aire al hablar: algunos usan muy poco aire y acumulan un exceso de tensión en la garganta, otros por el contrario suenan como si tuviesen «fuga de aire», lo que quiere decir que sueltan más del que necesitan para hablar. Algunos se cansan al hablar y eso se hace evidente por la forma de respirar.

Lo más importante en mi experiencia, es no forzar ningún cambio en estos aspectos, por eso en un primer nivel de trabajo solicito únicamente observar estos patrones y no hacer nada al respecto. Generalmente lo que ocurre es que ellos van variando naturalmente cuando el orador toma conciencia de ellos, es decir, de como constituyen una forma de funcionamiento.

Con la práctica, el comunicador oral va dándose cuenta de lo que sirve mejor a sus objetivos de interacción o expresión. Abordar el trabajo de este modo pretende evitar que se sumen nuevas tensiones a las ya existentes, para liberar las identificadas gradualmente.

Además de estos aspectos relativos al funcionamiento corporal en la situación de comunicación presencial, es de suma importancia tener un (3)OBJETIVO o INTENCIÓN de comunicación. Quien da un discurso debe tener claridad sobre su propósito específico, el cual siempre está vinculado al efecto que desea causar en su audiencia; por otro lado, ese objetivo debe constituir una necesidad genuina, comprometer al presentador. Generalmente la existencia de este compromiso constituye ya una energía que corrige o compensa naturalmente las fallas que, en su ejecución discursiva, puede tener cualquier orador.

Estos tres elementos (propósito, postura y respiración) son el núcleo del trabajo sobre la comunicación oral. A partir de ellos se pueden aprender y desarrollar los otros aspectos técnicos del arte de hablar en público.

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EN GRAN DICTADOR (Charles Chaplin)


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En este espacio estaré colocando, como parte de la información relativa a comunicación y expresión, algunos discursos de interés, para quienes necesiten material de práctica para presentaciones orales. He aquí el primero: El Gran Dictador (Charles Chaplin).

Realmente lo siento, pero no aspiro a ser emperador. Eso no es para mí. No pretendo regentar, ni conquistar nada de nada. Me gustaría ayudar en lo posible a cristianos y judíos, negros y blancos. Todos tenemos el deseo de ayudarnos mutuamente. La gente civilizada es así. Queremos vivir de nuestra dicha mutua…no de nuestra mutua desdicha. No queremos despreciarnos y odiarnos mutuamente.

En este mundo hay sitio para todos. Y la buena tierra es rica y puede garantizar la subsistencia de todos. El camino de la vida puede ser libre y magnífico, pero hemos perdido ese camino. La voracidad ha envenenado el alma de los hombres, ha rodeado el mundo con un círculo de odio y nos ha hecho entrar marcando el paso de la oca en la miseria y en la sangre. Hemos mejorado la velocidad pero somos esclavos de ella. La mecanización que trae consigo la abundancia nos ha alejado del deseo. Nuestra ciencia nos ha vuelto cínicos. Nuestra inteligencia duros y brutales. Pensamos en exceso y no sentimos bastante. Tenemos más necesidad de espíritu humanitario que de mecanización.

Necesitamos más la amabilidad y la cortesía que la inteligencia. Sin estas cualidades la vida solo puede ser violenta y todo estará perdido. La aviación y la radio nos han acercado los unos a los otros. La naturaleza misma de estos inventos requería la bondad del hombre y reclamaba una fraternidad universal para la unión de todos.

En este momento mi voz llega a miles de seres esparcidos por el mundo. A aquellos que puedan comprenderle les digo: no desesperéis, la desgracia que ha caído sobre nosotros no es más que el resultado de un apetito feroz, de la amargura de unos hombres que temen el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará y los dictadores perecerán, y el poder que han usurpado al pueblo volverá al pueblo. ¡Y mientras existan hombres que sepan morir, la libertad no podrá perecer! Soldados, no os entreguéis a esos brutos…hombres que os desprecian y os tratan como esclavos, hombres que regimientan vuestras vidas, imponen vuestros actos, vuestros pensamientos y vuestros sentimientos; que os amaestran, os hacen ayunar, os tratan como ganado y ¡os utilizan como carne de cañón!.No os pongáis en manos de esos hombres contra natura, de esos hombres-máquina con corazones de máquina. ¡Vosotros no sois máquinas!¡Vosotros no sois ganado!¡Vosotros sois hombres!¡Vosotros lleváis el amor de la humanidad en vuestros corazones! No odiéis. Sólo los que no son amados odian. Los que no son amados y los anormales….Soldados, ¡no combatáis por la esclavitud! Combatid por la libertad. En el capítulo 17 del evangelio según San Lucas está escrito: «El reino de Dios está en el hombre mismo». No en un solo hombre, ni en un grupo de hombres, ¡en todos los hombres! Y ¡vosotros! Vosotros, el pueblo tenéis el poder para crear máquinas. El poder para crear la felicidad.

Vosotros el pueblo tenéis el poder para crear esa vida libre y espléndida…para hacer de esa vida una radiante aventura. Entonces, en nombre de la democracia, utilicemos ese poder…¡unámonos todos! Luchemos por un nuevo mundo, un mundo limpio que ofrezca a todos la posibilidad de trabajar, que de a la juventud un porvenir y resguarde a los ancianos de la necesidad, prometiendo estas cosas gente ambiciosa se ha hecho con el poder, pero ¡han mentido! No han mantenido sus promesas, ¡ni las mantendrán jamás! Los dictadores se han liberado pero han domesticado al pueblo. Combatamos ahora para que se cumpla esa promesa. Combatamos por un mundo equilibrado…un mundo de ciencia en el que el Progreso lleve a todos a la felicidad. ¡Soldados! en nombre de la democracia, ¡unámonos!

Charlie Chaplin, El Gran Dictador, 1940