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L A V O Z


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Del Libro: LA VOZ. Técnica vocal para la rehabilitación de la voz en las disfonías funcionales. De Carmen Tulon Arfelis. Edit. Paidotribo. España, 2000.

CLASIFICACIÓN VOCAL
Extensión y Tesitura

Se llama tesitura a la extensión de la voz dentro de la cual el cantante se mueve con facilidad y comodidad. La frecuencia óptima para la voz hablada se halla en la parte baja de la tesitura.

La extensión es el conjunto de tonos o frecuencias que puede emitir la voz. La extensión es superior a la tesitura, ya que es la suma de ambas.

La voz humana tiene la posibilidad de unas tres octavas de extensión. La tesitura de una voz culta (voz entrenada, la del cantante o del orador profesional) es aproximadamente de dos octavas (…) El aumento de la tesitura se adquiere con entrenamiento.

Según la tesitura, la voz se clasifica en general en tres categorías para cada sexo. Del grave al agudo son: bajo, barítono y tenor para los hombres; contralto, mezzosoprano y soprano para las mujeres.

La mayoría de las voces pertenecen al registro (tesitura) agudo. Las voces agudas (tenores y sopranos) representan un 80% de todas las voces. Las voces centrales (barítonos y mezzosopranos), un 15% y las voces graves (bajos y contraltos), un 5%.

La voz tiene la capacidad de sonorizarse en cualquier espacio de la vía respiratoria.

Una voz disfónica raramente se sitúa, en el espacio, en la zona alta de los resonadores con el consiguiente predominio de los armónicos agudos; normalmente lo hace a la inversa, hacia abajo, con la pérdida de estos armónicos, lo que provoca una voz opacada, descimbrada y poco sonora.

La tesitura no es voluntaria, sino que obedece a diferentes factores: morfológicos, endocrinológicos, Psicológicos, etc., los cuales dan a cada individuo un timbre particular. Dentro de cada tesitura hay una zona óptima para la voz hablada (y cantada) en la que la voz se mueve con toda comodidad y sin riesgo para el aparato fonador. Ésta es la zona que debemos localizar y potenciar.

RELACIÓN CUERPO-VOZ

La voz no constituye un hecho aislado, sino que forma parte de un todo. La voz es el reflejo de lo que somos en realidad en los ámbitos físico, mental y emocional. También utilizamos la voz como protección cuando existe un desacuerdo entre lo que realmente somos y lo que queremos ser o aparentar. Por ejemplo, fuerza vocal ante lo que entendemos como debilidad o inseguridad personal.

Cuando la voz no expresa libremente nuestro sentir puede dañarse. Hablar de forma relajada, con placer y complacencia es un privilegio de pocos. Un profesor, por ejemplo, debe dar su temario al mismo tiempo que debe mantener un cierto grado de disciplina, y debe hacerse oír por encima de ruidos internos y externos. Esta situación imprime tensiones musculares que llevan a posturas corporales inadecuadas. Las más frecuentes son: tensión mandibular, tensión cervicocraneal, levantamiento de hombros (con el desequilibrio esqueléticoy de musculatura de tronco que conlleva). Todo ello implica un riesgo para la voz.

Esto es extensible a cualquier persona que vive su trabajo o su relación familiar y social con un exceso de celo o en una situación de estrés.

Los síntomas del estrés, a menudo, nos pasan desapercibidos porque no tenemos desarrollada la muy sana costumbre de atender mensajes que el cuerpo nos envía. Cuando algo va mal el cuerpo avisa, pero nosotros (que en general nos creemos muy importantes, muy ocupados o muy valientes) hacemos caso omiso o, lo que es peor, nos sentimos orgullosos de soportar sin quejas.

Algunos de los síntomas del estrés son: tensión muscular sobre todo de la mitad del tronco para arriba; dificultad para dormir; dificultad para concentrarse; irritabilidad; impaciencia; cambios en la alimentación (exceso o inapetencia); ansiedad expresada en hábitos o patrones adictivos (cigarrillo, consumo de bebidas alcohólicas); pérdida de interés sexual; etc.

Por lo que se refiere a la voz, el estrés tensiona músculos directa o indirectamente implicados en el acto fónico, lo cual debemos tratar de combatir.

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