Coaching

Que surjan las posibilidades


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En julio de 2018 estaba todavía en el proceso de formación en Coaching, en la International School for Coaching and Human Development (ISCD). En ese marco me invitaron a realizar una reflexión abierta sobre una de las Maestrías de la International Association of Coaching: Hacer Surgir Posibilidades (aquí puedes ver esa presentación).

El proceso de que surjan posibilidades me parece misterioso, porque desde mi perspectiva es producto de la espontaneidad o, dicho de otro modo, de una chispa creativa. En el proceso de coaching, también en la dinámica psicodramática o arteterapéutica, de pronto miramos las cosas desde otra perspectiva, nos ponemos en un lugar en el cual no habíamos estado antes y observamos con un sentido inédito que nos permite reconocer otros caminos.

Esto se produce gracias a ciertas condiciones: de confianza, de apertura suficiente para permitirnos ver más allá de las limitaciones sentidas a priori. Es decir que, a través de la exploración (del diálogo, de la acción espontánea, del trabajo creativo) superamos barreras que creíamos infranqueables.

Me siento muy cerca de este abordaje porque en mi experiencia no lo veo únicamente como un acto de voluntad, sino como un proceso de conexión con algo esencial dentro de cada uno de nosotros, el descubrimiento de la propia narrativa sostenida desde el interior, repitiéndose en una dinámica que nos atrapa y de la cual podríamos no ser conscientes.

El primer paso es atreverse a realizar algo diferente, aunque sea pequeño en apariencia; es el principio de cualquier experiencia de aprendizaje: dejar que algo nuevo entre o emerja de nuestro sistema. Es importante decirlo así porque no todo contenido novedoso viene del exterior, sino que en realidad se produce como un entrecruzamiento de nuestra búsqueda y el contexto, un diálogo que nos moviliza.

Una palabra, una pregunta que no había sido planteada, un movimiento inesperado del cuerpo (con su respectiva sensación), un dibujo, un poema, todas son puertas de entrada a lo desconocido, al ámbito desde el cual surgen las posibilidades. Cuando ocurre ese destello en una sesión de trabajo, entonces se pueden mirar con mayor claridad las opciones presentes en determinada situación.

El enfoque entonces está en generar las condiciones adecuadas para el acto de atreverse a avanzar en la incertirumbre, un espacio de escucha suficientemente seguro para transgredir las propias creencias con respecto a sí mismo o a determinada situación. Esta sería la vía para una expansión de la conciencia.

Como desafío común está entonces el permitir el silencio generativo, el provocar con preguntas abiertas, el valorar hasta el mínimo atisbo de novedad, la expresión de las propias narrativas hasta en lo más pequeño. Así se va fortaleciendo una voz genuina, la espontaneidad indispensable que generalmente perdemos en el devenir cotidiano, cuando nos volvemos rígidos en determinados roles.

Probar otras formas de estar y de actuar es desafiarnos a ser diferentes, lo que constituye la esencia de nuevas posibilidades. En el experimento de llevar a mi propia vida cada uno de estos planteamientos, lo que ha resaltado es la necesidad de valorar lo presente, de darle un espacio digno a mi particular perspectiva para luego poder desprenderme de creencias limitantes, en un proceso que no podría hacer sino por medio de una profunda introspección, de la reflexión y del acompañamiento.

Estas son las lecciones que han resaltado en mi experiencia:

  • No creer que hacer surgir posibilidades depende únicamente de mí y de mi forma de voluntad.
  • Reconocer una fuerza genuina que desde adentro de nosotros genera posibilidades, si tenemos la adecuada actitud de apertura y escucha.
  • Contar siempre con un apoyo externo dentro del proceso.
  • Llevar un registro de las experiencias y confiar en lo que va evolucionando, fortaleciendo el diálogo interno y la relación con el entorno.
  • Valorar la espontaneidad que permite generar nuevas alternativas, incluso en las pequeñas cosas (o quizás especialmente en ellas).

El ancla es el propio llamado, el camino particular que nos toca transitar, esto es lo que nos facilita establecer un centro, tener una raiz desde la cual abrirnos a lo posible. De otro modo, nos perderíamos en la infinidad de lo factible y nos dispersaríamos hasta no poder concretar nada.


Este es un ejercicio de reflexión libre en torno a las Maestrías de la International Association of Coaching (IAC). También puedes leer sobre otras de ellas: (1) Establecer una relación de confianza; (2) Percibir, afirmar y expandir el potencial del cliente; (3) Escuchar con compromiso; (4) Procesar en el presente; (5) Expresar.(6) Clarificar; (7) Establecer y mantener intenciones claras.

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