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Cuerpos sin Límites


A lo largo de mi vida me enseñaron que a medida que pasaban los años, mi cuerpo iba perdiendo la capacidad de alcanzar determinadas condiciones físicas. Para tener un split, tenía que haber aprendido a los 7 años, como mucho; para tener un arco flexible (espalda muy curveada), tuve que haber hecho gimnasia desde niña; para correr grandes distancias, tenía que haber corrido en algún equipo desde los 10 años; para pararme de manos, casi tenía que haber pasado la vida entera de cabeza, entre muchas otras cosas.

Desde niña quise ser gimnasta, pero cuando finalmente tuve los medios para aprender alguna disciplina, ya había pasado los 20 años de edad. Según la información que manejaba, no tenía posibilidad alguna de practicar nada de lo que quería hacer: danza contemporánea y acrobacias. Sin embargo, hurgué en mi cofre de deseos y tomé la decisión de intentar con el baile flamenco. Gracias a las circunstancias y a mi empeño en aprender a bailar lo mejor posible (tomando en cuenta todos los límites que supuestamente tenía a nivel físico), los años me llevaron a soltarme más y más.

Cumplidos los 28 años y formando parte de una compañía de flamenco emergente en Venezuela, tuve la oportunidad de ver mi primera clase de preparación física para el baile contemporáneo. Después de varios meses de práctica y toda la motivación de mi profesor, experimenté y supe que todo lo que había creído sobre mi cuerpo era una gran mentira. No sólo había mejorado mi resistencia física, sino que también estaba alcanzando nuevos niveles en mi flexibilidad. Mi cuerpo empezaba a moverse de manera distinta y sentí la “amplitud” que estaba adquiriendo.

Curiosa, comencé a leer, a preguntar y a documentarme y entonces aparecieron nuevos maestros, nuevas lecciones y nuevas disciplinas que practicar. He conocido personas rehabilitadas de accidentes que hoy tienen mejores condiciones físicas y recorren mayores distancias que ayer; personas mayores que mantienen un equilibrio envidiable durante una clase de yoga;  mujeres que en su vida habían asistido a una clase de ballet y hoy en día tienen un hermoso split; y muchos otros casos parecidos y sorprendentes. Personalmente, con el paso del tiempo he ido rebasando muchos de esos “límites”, permitiendo que mi cuerpo sea tan fuerte y ágil como lo desee.

yoga-menopausiaLo más maravilloso de esta experiencia que ha marcado la última década de mi vida, es que no solo he alcanzado grandes niveles de satisfacción y realización personal, sino que he aprendido mucho más sobre mí misma y sobre todo, he aprendido de mi propio cuerpo: cómo me habla, cómo se comunica conmigo, qué necesita y cuándo lo necesita. Este conocimiento se evidencia también en mi manera de entender mi entorno y de comunicarme con él.

Hoy en día, estoy convencida de que no existen límites físicos reales, ni por edad ni por condiciones corporales. Nuestros cuerpos no conocen los límites. Éstos están en nuestras mentes. Lo único que debemos hacer para alcanzar los niveles que queremos, es entrenar día tras día, para ir desarrollando y mejorando las capacidades que ya tenemos, pero que damos por perdidas.

En conclusión, se trata de un trabajo diario en el que el cuerpo le dice a la mente “sí puedo”, y no viceversa. Es decir, debemos dejar que sea nuestro cuerpo el que hable. Luego de haberlo escuchado y contando con su apoyo, podremos decirle al mundo absolutamente todo lo que queremos y del modo en que lo queremos.

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