¿Por qué percibo y manifiesto duda?
Por los cambios constantes que experimento en mi vida, porque comprendo que mi percepción de la realidad es relativa a mi sistema de creencias, porque cualquier opinión puede ser tan válida como la mía.
El hallazgo es relevante y común a todos los seres humanos: no hay certezas en este nivel, lo que hay es un juego subjetivo de interacciones que van delineando eso que llamamos realidad. Pocas cosas están bajo nuestro control, sobre todo si pensamos en los elementos externos: las personas, las circunstancias, los hechos.
Lo que ocurre se escapa de nuestras manos, no responde a nuestros deseos necesariamente (si lo hace, es generalmente una coincidencia), es un imposible predecir los acontecimientos. No quiero decir que no tengamos influencia sobre lo que ocurre en nuestras vidas, sólo afirmo que no es una influencia absoluta, entre otras cosas porque tenemos solamente una visión parcial (subjetiva) sobre las cosas.
Entonces, la duda me caracteriza cuando pongo mi energía afuera. Cuando intento calcular el próximo paso, comprender cabalmente la forma en que alguien más está actuando o comunicándose, predecir el devenir de una serie de acciones que generalmente terminan sorprendiéndome. Si mi foco está allá afuera, la duda me asalta y sólo puedo tener la certeza de que la seguridad es una ilusión. Desde esa experiencia, no puedo estar seguro de nada.
Mi vivencia de los años recientes me confirma esta afirmación: todo lo que daba por sentado, mis relaciones y espacios habituales, se ha transformado profundamente y nunca volverá a ser lo que fue. Además, he tenido la oportunidad de conocer diversas culturas y experiencias vitales, incluso de personas refugiadas que han dejado todo atrás para resguardar sus vidas y reconstruir su existencia en territorios desconocidos. Ello me ha llevado a comprender que no hay seguridad, que las certezas son pasajeras y que todo cambia constantemente.
¿Dónde está la respuesta a esta duda? ¿Existe algún ámbito de seguridad?
Hoy mi propuesta es que miremos dentro de nosotros. Solamente en el ámbito interior existe un espacio donde la duda se disuelve y aparece alguna certeza. Ella no es del pensamiento, aunque la mente se alinea cuando logramos esta conexión; tampoco es del ámbito emocional, aunque ellas fluyen con ligereza cuando entregamos la pretensión de control; se trata de la experiencia del amor.
Cuando conecto con el amor por mi esposa, mis hijos, mi madre. Cuando me entrego a la experiencia del amor por la vida y la comunicación con otros. Cuando reconozco que este proyecto llamado realidad me sobrepasa y que desde el lugar que ocupo sólo puedo brindar servicio y ofrecer mis dones a los demás. En este momento la duda desaparece, los pensamientos cobran claridad y todos mis recursos se concentran en una intención clara, relativa al ser y plena en acción.
Hoy esta es mi respuesta: el amor.