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El Psicodrama en la Formación del Actor


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“Nunca se pierdan a sí mismos en escena. Actúen siempre dentro de su personalidad propia, como artistas. No pueden nunca escapar de sí mismos. El momento en que se pierden, marca el dejar de vivir verdaderamente su parte para caer en la actuación falsa y exagerada (…) Invariable, constantemente y para siempre, cuando estén ustedes en escena deben actuar siendo ustedes mismos. Pero ello será en una infinita variedad de combinaciones de objetivos y circunstancias dadas: aquellas que hayan preparado para su parte, y hayan sido fundidas en el crisol de su memoria emocional”.
Como técnica, el psicodrama puede ofrecer un espacio adecuado para el entrenamiento de actores en dos dimensiones esenciales: el conocimiento de sus propios recursos expresivos y el contacto con la dimensión emocional del trabajo de interpretación escénica.
La dinámica se desarrolla en grupo, dado que tanto el teatro como el psicodrama exigen de la relación que se da entre varios intérpretes en escena. La primera fase de esta labor consiste en lograr un nivel adecuado de confianza entre los miembros del equipo, y permitir así el surgimiento de las primeras imágenes para el juego escénico. Esto es de suma importancia, dado que los contenidos que se llevarán a la acción dramática emergen de los individuos.
En este primer momento el intérprete puede experimentar con algunos aspectos básicos de su oficio, tales como encontrar un espacio seguro para su trabajo, identificar el flujo de sus sensaciones y sus movimientos corporales, jugar libremente en sus interacciones espontáneas con los demás.
Todo ello constituye un conjunto de momentos que despiertan la sensibilidad y la atención, para luego dar paso a los temas o contenidos a ser puestos en escena. Al tener como base la acción espontánea, las escenas que empiezan a surgir forman parte del mundo subjetivo del participante: un protagonista emerge del juego escénico liberado, quien contiene las inquietudes de todos los presentes; todos se involucran pues en psicodrama la audiencia es activa y muchos tendrán la oportunidad de pasar a escena como yo auxiliares.
El contenido, las imágenes puestas en escena, son por naturaleza movilizadoras, pues de otro modo no se hubiesen hecho presentes para el trabajo. Entonces el intérprete puede experimentar la evolución de una conexión real con sus emociones y su instrumental expresivo.
Se ha solicitado al participante de esta dinámica que se plantee un objetivo de aprendizaje, una intención de desarrollo como actor, un norte concreto. De esta manera, en el desarrollo de la viviencia psicodramática, podrá enmarcar sus descubrimiento en la conciencia que tome de ese aspecto seleccionado personalmente, para impulsar un mejor desenvolvimiento en su trabajo escénico posterior.
“Toda acción en el teatro debe tener una justificación interna, y ser lógica, coherente y real. Segundo: una condición, un si, actúa como una palanca que nos levanta del mundo de la realidad a los dominios de la imaginación”.
La intención general va entretejiéndose con pequeños objetivos que aparecen a lo largo de las escenas psicodramáticas. En ellas no se le pide al actor que actúe, no se le enseña a darle forma a un personaje, únicamente se le exige que responda con espontaneidad e inmediatez a lo que está presente, que confronte los temores y desafíos que siente se le presentan en el desarrollo de su oficio, que se exponga a trabajar con sus contenidos íntimos.
De modo que esta vía no debe permitir los clichés o formas pre elaboradas. Aunque muchas veces estas se presentan, es de importancia extrema identificar estas expresiones y eludirlas, hasta encontrar la respuesta que generalmente se esconde detrás.
“La falsa animación de pasiones, o la caracterización de tipos, o el mero uso de actitudes y gestos convencionales, todo esto son errores frecuentes en nuestra profesión”.
Uno de los elementos que sostiene esta dinámica es la clara percepción de que la vida humana está constituida por escenas, algunas de las cuáles se desarrollan en el interior de los individuos, mientras otras se manifiestan en interacción con otros y su entorno. Otro aspecto esencial es la idea de que en esas escenas, a lo largo de la vida, se interpretan distintos roles, que se adaptan a la ocasión de acuerdo a múltiples expectativas.
Esto significa que en casa individuo existe el potencial para interpretar o actuar infinidad de roles o personajes, en una suerte de combinación infinita de sus propias posibilidades expresivas, modos de percibir y sentir, formas de procesar estímulos y ofrecer respuesta a ellos. Desde esta perspectiva el psicodrama apoya entonces el contacto consciente con este instrumental, ofrece al actor la posibilidad de contactar, mirar y dilucidar su proceso creativo en escena, el modo que en utiliza aquello sobre lo cual tiene cierto control para crear personajes y desarrollar acciones dramáticas.
No se puede crear siempre subconscientemente y sólo por inspiración. No existe tal genio en el mundo. Es por eso que nuestro arte nos enseña primero que nada a crear consciente y deliberadamente, porque esto constituye la preparación mejor para el florecimiento del subconsciente, que es inspiración. Mientras más sean los momentos de creación consciente en una parte o en un rol, mayor ocasión habrá para que fluya la inspiración”.
El objetivo o las preguntas iniciales, las situaciones concretas que se plantean en escena, las imágenes puestas en juego en la acción dramática, todas permiten el uso consciente y deliberado de una parte del material y las cualidades creativas del actor; simultáneamente, se presentarán reacciones inesperadas, situaciones no pensadas con anticipación, movimiento emocional de distinto nivel, imágenes incomprensibles, movimientos no deliberados. Cuando esto último se manifiesta, el grupo se encontrará durante ese tiempo explorando un nuevo territorio.
Las situaciones permitirán comprender diversas dimensiones del oficio de la actuación: la importancia de las circunstancias dadas, la coherencia interna sostenida en la escena, la entrega y la credibilidad en el desarrollo de la acción, entre otras. Las preguntas y objetivos iniciales funcionan como disparadores. Si el actor se ha planteado mejorar su expresión corporal, en escena aparecerá la oportunidad de dialogar e interactuar con el cuerpo posible, el cuerpo imaginado, el cuerpo proyectado y particularmente con el cuerpo en tensión o convertido en un obstáculo para la expresión. Quizás el intérprete escénico ha manifestado que su interés es trabajar sobre el uso de su imaginación en la escena, entonces es posible indagar sobre el mecanismo de la imagen en la acción dramática, y la forma particular en que ella puede abordarse de acuerdo a formas específicas de expresión. Las posibilidades son infinitas.
Por otra parte, existe un sustrato personal e íntimo que también es abordado, que se ubica en un espacio próximo al trabajo sobre la memoria emocional. Sensaciones, ideas y emociones constituyen una tríada esencial para la investigación del trabajo de actuación; por ello en el juego psicodramático aplicado con estos fines se indaga sobre la forma en que cada uno de estos aspectos se moviliza en el momento de la interpretación escénica.
Se despierta y desarrolla así la sensibilidad del actor. El protagonista en psicodrama evoca las imágenes o situación a poner en escena, reproduce el espacio y lo recrea en el presente, luego ingresa a él y las sensaciones se presenta nuevamente, actualizadas; al desarrollarse la escena, las emociones también emergerán de modo natural. De este modo, el protagonista y los yo auxiliares estarán cumpliendo sus roles de forma integral, sin dudas, totalmente sumergidos en la acción dramática. Se despierta así la creatividad, se permite la espontaneidad, se recupera la natural vida y frescura de la escena.
“Un gran actor debería estar completamente dotado de sensibilidad, y debería, especialmente, sentir lo que interpreta. Debe sentir la emoción no solamente una y otra vez mientras estudia su parte, sino en mayor o menor grado cada vez que actúa, no importa que sea esa la primera o la milésima vez. Desgraciadamente, esto no está dentro de nuestro control. Nuestro subconsciente es inaccesible a nuestra conciencia. No podemos penetrar en ese dominio. Si por algún motivo penetramos en él, entonces el subconsciente se torna consciente y muere”.
Planteado de este modo, se utilizan las técnicas del psicodrama no para que el actor haga consciente lo inconsciente, lo cual no tiene ningún sentido artístico; se trabaja más bien tentando a la naturaleza, evocando sensaciones y emociones, provocando el momento de inspiración en que la creación real se haga presente. Se trabaja directamente con aquello que puede manejarse: las circunstancias en las cuáles se produjo tal o cual escena, la forma en que una imagen puede llevarse a la acción, los estímulos que pueden reconocerse para reproducirlos. Todos los contenidos se actualizan y luego se deja que los mecanismos internos hagan su trabajo intentando no interferir en ello. Se espera así la emergencia del momento creativo.
“En el alma humana hay ciertos elementos sujetos a la conciencia y a la voluntad. Estos, que son accesibles, son también aptos, a su vez, para actuar en un proceso psíquico que es involuntario.
Seguramente, esto precisa una labor de creación en extremo complicada, que es conducida, en parte, bajo el control de la conciencia, pero que, en otra parte mucho mayor, es subconsciente e involuntaria”.
Este diálogo complejo entre contenidos e impulsos que no pueden controlarse y que provienen de las profundidades del mundo interior, con aquellos aspectos que pueden abordarse de forma consciente y concreta, es la dinámica que puede impulsarse, entre otros medios, a través del psicodrama. Dicho de otro modo: el psicodrama viene a ser una técnica complementaria para cumplir con el fin de reconocer un camino creativo factible y una forma específica para convocar a las fuerzas de la inspiración.
A medida que el trabajo avanza a lo largo de las sesiones, los participantes van cediendo espacio y soltando parte de sus resistencias, de modo que aparecen en escena aquellos contenidos más íntimos, desafiantes, temidos o de difícil manejo. Así se les permite observar y reconocer eso que limita su trabajo escénico, y aquello que lo impulsa.
Para despertar el subconsciente a la labor creadora hay una técnica especial. Debe dejarse todo lo que es, en el más amplio sentido, subconsciente a la naturaleza, y dirigirnos por nosotros mismos a aquello que está en los límites de nuestro alcance. Cuando el subconsciente, cuando la intuición entran en nuestra labor, debemos saber cómo no interferirla.
Entiéndase que el objetivo no es, aunque ello ocurra, traer a escena situaciones personales, revelar secretos o intentar solucionar algún conflicto íntimo, dado que en este contexto el psicodrama está puesto en función de complementar la formación de actores. Es por ello que aquí el psicodrama, como complemento al entrenamiento del actor, es utilizado de modo amplio, para abordar contenidos a través de símbolos, indirecciones, proponiendo respuestas a desafíos concretos que se presentan en la acción dramática.
“Si ustedes toman estos procesos internos y los adaptan a la vida espiritual y física de la persona que representan, podemos decir que viven su parte. Esto es de suma importancia en la labor creadora. Además del hecho de que abre vías a la inspiración, vivir la parte ayuda al actor a alcanzar uno de sus principales objetivos. Su tarea no es representar meramente la vida externa de un personaje. Debe adaptar sus propias cualidades humanas a la vida de esa otra persona y poner en ello toda su propia alma”.
Si se es riguroso en el trabajo de cada sesión, el actor participante del juego psicodramático se aproximará a un mejor conocimiento de sus propios modos de abordaje del personaje, de la acción escénica y del proceso creativo. Como gran objetivo general el psicodrama busca impulsar la espontaneidad, dicho de otro modo, liberar el potencial creativo que todo individuo posee.
Finalmente es importante recordar que el psicodrama no enseña a actuar, se trata de un camino para sensibilizar hacia el trabajo escénico, reconocer los propios impulsos, abrir procesos hacia el conocimiento del sí mismo, contactar con modos de sentir y de expresar, integrar cuerpo, emoción y pensamiento en la acción. Todo ello tiene alto interés para el actor.
Esta técnica no sustituye otras áreas de entrenamiento fundamentales: la educación de su voz, el desarrollo de su expresión corporal, el abordaje del texto, el proceso de creación del personaje. Sin embargo, ofrece al actor la oportunidad de tener una visión clara del funcionamiento orgánico de su instrumental creativo y expresivo.

Todas las citas de este texto son de Constantin Stanislavski, de su libro Un Actor se Prepara.

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