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Respiración y Relajación


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Una de las búsquedas frecuentes que he visto realizan en este Blog es acerca de cómo respirar, y cuál es la relación de ello con el estado de relajación más adecuado para el orador o el hablante. Por eso dedicaré estas líneas a realizar algunos comentarios al respecto.
En primer lugar, cuando nos comunicamos oralmente, se requiere cierto balance entre relajación y atención si nuestra intención es hacerlo de forma eficiente y en conexión con aquello que realmente queremos expresar. Vale decir que estados de relajación excesivos pueden ser tan contraproducentes como los de tensión sostenida.
Por supuesto hay una relación directa entre la respiración y este estado de balance físico para la comunicación oral. El acto de respirar concientemente, de abrir el cuerpo para recibir el oxíeno que ingresa a través de la inhalación, produce una apertura que nos conecta inmediatamente con nuestro cuerpo. Sin siquiera buscar o pensar en relajarnos, instantáneamente el cuerpo empieza a equilibrarse a través de la acción de inhalar y exhalar.
Ya he comentado en otros artículos que la respiración contiene tres momentos importantes: la inhalación, el sostener el aire dentro de nosotros y la exhalación. Cada uno de ellos corresponde a un momento distinto en el cual el cuerpo procesa y metaboliza cualquier estímulo (incluyendo las tensiones físicas) liberándose y equilibrándose.
En la inhalación percibimos los estímulos interno y externos, al sostener procesamos o metabolizamos lo que esté presente, al exhalar soltamos lo que sea necesario soltar (toximas en el cuerpo, información, movimiento emocional, tensiones, etc).
Con respecto a cuál es la manera adecuada de respirar, siempre dependerá de la acción que se esté desarrollando o la intención con la cual se respire. Prácticas como el Yoga generalmente requieren una respiración completamente nasal. Sin embargo, si de hablar se trata, lo que he aprendido es a inhalar por la nariz y exhalar por la boca, relajando la garganta y la musculatura de la mandíbula.
Por otra parte, me ha funcionado mucho trabajar con el objetivo de hacer respirar todo el cuerpo, llevando el aire lo más profundo posible hacia abajo (espalda, abdomen, pelvis), y luego exhalando relajadamente. Ambos movimientos son inevitables, así que pueden ser realizados, aunque con intención, soltando el cuerpo. En este sentido también siento que es importante combinar respiraciones profundas, donde yo impulso tomar, contener y liberar mayor cantidad de aire, con respiraciones donde se permita que sea el propio cuerpo quien determine ritmo y profundidad.
Todo esto se puede combinar con aquellos ejercicios que mejor funcionen a cada individuo, lo cual suele variar por las características particulares de cada sujeto. Usar la imaginación para relajarse por ejemplo, puede realizarse de distintas formas: de pie, mirando un punto fijo en el espacio y proyectando el aire en distintas direcciones, dándole color o textura al mismo; sentados con los ojos cerrados dejándose llevar por alguna imagen tranquilizadora. Igualmente, alguien con cierto entrenamiento puede relajarse en minutos o incluso segundos antes de realizar su intervención, otras personas requerirán un tiempo mayor para acondicionarse antes de realizar el acto de comunicación.

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