Trabajar sobre las habilidades de liderazgo, desarrollar la capacidad de influir sobre otros, fortalecer al equipo o la comunidad, son algunos de los temas más reiterativos en todo tipo de colectivo, empresa u organización; es también de las cosas que más solicitan las personas al momento de buscar asesorías, procesos de formación, intervenciones o coaching.
En ello hay un conjunto de elementos invisibles, que generalmente tienen fuerza pero que no son mencionados ni abordados porque se perciben como extremadamente amenazantes: son tensiones subjetivas, creencias profundas y reales temores de los involucrados. Trátese de líderes de base, integrantes de grupos comunitarios, gerentes de empresa, directores, ejecutivos, colaboradores o trabajadores, muchos tienen en lo profundo aspectos que contradicen o generan tensión frente a lo que declaran como sus verdaderas intenciones o propuestas.
Esto es muy difícil de trabajar, pues se trata de contenidos que se intentan esconder, consciente o inconscientemente. Es lo que se encuentra en el Área Oculta en primer término, y en el Área Ciega en segundo lugar; todo eso que conocemos de nosotros pero no deseamos que los demás lo perciban, y aquello que quizás los demás perciben pero nosotros no podemos identificar.
Imaginen por un momento lo complejo que es abordar esos contenidos, proponer a un individuo o a un equipo que se atreva a avanzar sobre esos elementos porque es realmente lo único que les permitirá dar un salto en sus procesos de comunicación, y los llevará a ser realmente una organización de alto rendimiento y efectividad, o una colectividad en verdadero trabajo colaborativo. Esta perspectiva y labor suelen percibirse como peligrosas.
Si se trata del Área Oculta, es explícito y claro que ningún individuo quiere revelar lo que allí se encuentra, e invierte gran parte de su energía en que no sean percibidos aquellos elementos que reconoce como faltas, fallas, negatividad, oscuridad. Generalmente allí se encuentran cosas como la mediocridad, la capacidad para mentir, la flojera, el poco compromiso, entre otros aspectos.
Por otra parte, si intentamos abordar el Área Ciega, las resistencias se multiplican, porque hablamos de aspectos que sencillamente no podemos percibir de nosotros mismos. Allí el sujeto puede recibir feedback de sus compañeros, pares o supervisores, y en general no va a aceptar esa percepción como cierta, por el contrario buscará una y otra vez, y las encontrará, explicaciones válidas en las que todo es producido por factores externos y nunca por una característica o comportamiento propio.
¿Cómo entonces podemos trabajar con estos contenidos? ¿Cómo transitar hacia estas áreas? La respuesta por lo pronto me parece que es: sigilosamente y de manera indirecta. Lo primero a considerar es que no se trata de exponer abiertamente estos temas ante todo el equipo, no hablamos de poner en evidencia; paradójicamente, debemos cuidarnos mucho de proponer esto como una vía para resolver algo, como si se trata de identificar un problema y solucionarlo. Toda esta lógica hay que dejarla a un lado.
Se trata más bien de flexibilizar y abrir posibilidades de acción diferentes, además de espacios de reflexión innovadores. Nosotros proponemos dos vías concretas: contarnos historias y jugar escénicamente con distintos roles. Sí, así es, nuestra apuesta es a jugar para aprender nuevas pautas de comportamiento, y pensar en la acción que tipo de guión estamos poniendo en nuestro devenir personal y profesional.
Los conocedores ya habrán reconocido aquí un enfoque que se conecta con el AT (Análisis Transaccional) y con el Psicodrama, y es que efectivamente allí se basa, para la aplicación de técnicas concretas que permiten distinguir los distintos tipos de roles en juego, las escenas que repiten una misma historia que a veces está estancada en algo contraproducente o negativo, y el reconocimiento de la dinámica interna que da como resultado tal o cual conducta.
Pero pensemos esto solamente, porque eso es lo que es, como una dinámica de contarnos historias, compartir nuestras imágenes de lo que hacemos y practicar escenas para mirar, en un tiempo específicamente dedicado para ello, la forma en que está funcionando un equipo y el modo en que se relacionan las personas y sus roles en el devenir de la comunidad u organización. Este es un tiempo para abonar a la creatividad, a la flexibilidad y al aprendizaje compartido.
Proponemos el cuento, la historia, la creación de personajes, el juego escénico, la creatividad activa, como vías para avanzar y realmente generar un movimiento genuino y constructivo en quienes conforman una comunidad, grupo, empresa o institución. De eso se trata nuestro trabajo actual y es la apuesta definitiva que venimos haciendo.
La invitación constante es a abrir espacios para desarrollar todos los aspectos relativos a la comunicación humana: cantar, tocar un instrumento, bailar, interpretar o actuar, escribir y crear, pintar; no se trata solamente de habilidades técnicas, sino de aquello que es esencialmente humano y que necesitamos re-vigorizar con urgencia. Es nuestro derecho a crear y, al hacerlo, transformar el mundo en que vivimos, en la escala en que nos sea posible, pero siempre en un proceso de continua reinvención.