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UN VIAJE CREATIVO PARA UNA VIDA MEJOR


La creatividad es un elemento fundamental para salir de las crisis, superar las diferencias, los conflictos y traspasar limitaciones hacia el desarrollo humano. Es la capacidad creadora y creativa, la potencia de superarse a sí mismo, el elemento más distintivo del ser humano.

Como seres humanos, estamos siempre en movimiento subjetivo, en un proceso constante de creación de sentido, de interpretación de la vida y sus fenómenos. Se trata de un intercambio simbólico sostenido que nos permite relacionarnos unos con otros y, en cierto modo, comprender el mundo en el que vivimos. Es en esta dinámica en la cual generamos ese constructo tan especial y provocador, que nos impulsa diariamente: la felicidad.

La felicidad es el bien mayor, la finalidad última de la existencia humana, que se traduce en múltiples imágenes y diversidad de conceptos: la realización personal, el aprendizaje, el crecimiento, la comunión, el encuentro, el desarrollo, el equilibrio, la paz personal; todas estas son manifestaciones del mismo ideal, una muestra del imaginario que nos motiva en nuestro diario devenir y que se encuentra tanto asociado a la noción de la felicidad, como a las posibilidades creativas de cada uno.

La noción de la felicidad produce en cada persona un conjunto de imágenes, cargadas emocionalmente, a las cuales nos sentimos llamados o atraídos. Representamos de distinto modo nuestras aspiraciones, que van transformándose a lo largo de la vida. Con el propósito de mantener esta conexión viva, de adaptar nuestro imaginario a los cambios que se producen con el pasar del tiempo, con el objetivo de lograr avanzar hacia aquello que nos planteamos como meta, utilizamos toda nuestra capacidad creativa, la cual tiene como base la espontaneidad.

Me gusta pensar en la espontaneidad tal y como la define Jacob Levi Moreno, creador del Psicodrama: la capacidad de dar una respuesta genuina, desde adentro, en coherencia con las circunstancias dadas. Entender que el ser espontáneo es ser congruentes con nosotros mismos, considerando además la percepción que tenemos del entorno, nos hace comprender el verdadero alcance del actuar con honestidad y real conexión con eso que somos.

El espacio creativo puede entenderse, entonces, como un lugar en el cual confluyen fuerzas que pueden entrar en tensión, lo que nos da energía para la acción. Vale decir que no siempre los impulsos e imágenes internas se armonizan con las proyecciones que hacemos hacia afuera, hacia los otros y el entorno; por otro lado, las circunstancias de vida, las expectativas y conductas que los otros tienen con nosotros constituyen fuerzas en continuo cambio que pueden impulsar u obstaculizar nuestra dinámica.

En el ámbito más íntimo, entendemos que ser espontáneo requiere valentía y consciencia, en una palabra: conexión. En un ámbito más amplio, requiere fuerza interior, de carácter y temple, para manifestar alternativas de acción frente a situaciones cambiantes y en contraste con el imaginario que llevamos dentro de nosotros.

El proceso creativo, la acción creadora, es un atrevimiento, porque transforma la realidad y de ese modo nos transforma también a nosotros. Pero este atrevimiento es indispensable para generar una vida mejor, para alcanzar mayor satisfacción, para aportar a los otros y al entorno.

Frente a los crecientes desafíos sociales es cada vez más necesaria la creatividad, se hace indispensable que los seres humanos escapemos al quehacer rutinario y encontremos nuevas formas de estar, de hacer y de relacionarnos.

Propongo 5 pasos para activar el quehacer creativo:

1. Percibe tu mundo interior y acepta (abraza) la tensión creativa que hay allí.
• Evita quejarte de los obstáculos y dificultades, también evita menospreciar tu malestar frente a situaciones presentes. Valora ese movimiento interno como una posibilidad creativa y acepta que existe una tensión.

2. Reconoce la divergencia entre unívoco y equívoco, permítete el error, para acercarte a lo diverso y múltiple.
• Esta es una de las tensiones más profundas y más abarcadoras que vivimos: queremos tener siempre claridad, definir nuestro camino, saber dónde estamos y hacia dónde vamos; desde otra perspectiva, esto implica que tememos equivocarnos, por lo cual aniquilamos nuestra espontaneidad y minimizamos nuestra creatividad.

3. Identifica o crea un propósito. Depende de tus creencias, estará aguardando dentro de ti para que lo identifiques, o tendrás que generarlo a partir de tus reflexiones.
• Al inicio esto puede ser una sensación, quizás una imagen que posteriormente traducirás (o no) en una palabra o una frase. Este propósito será un elemento que enlaza y canaliza tu energía. De este modo, tu fuerza creativa empezará a tener un efecto concreto.

4. Reconoce, practica y expande tus roles. Estos tienen una carga emocional y están asociados a personas y circunstancias.
• La teoría psicodramática habla de los roles que tenemos en la vida, en función de diversos contextos y personas (en la familia, en el trabajo, en la universidad, con grupos de amigos, etc.). Al tener el propósito como punto de anclaje, podrás ser más flexible con los roles que juegas en tu vida y, al identificarlos, te podrás hacer más flexible en su interpretación, dejando espacio para lo que consideres sea tu ser verdadero. Este ejercicio ofrece amplitud de visión y de acción.

5. Cuenta tu historia y trasciende. Todos nuestros contactos y experiencias forman parte de la historia que nos contamos y la que compartimos con los demás. Aduéñate más de ese relato y permite que se fortalezca y se transforme.
• La trascendencia está, desde mi punto de vista, en lo que puedas lograr poniéndote al servicio de los demás. Que tu relato y tu saber sea compartido, que te abras a ofrecer y dar, permite que trasciendas en tu experiencia cotidiana y que otros crezcan o se eleven contigo. La trascendencia también está en las posibilidades transformadoras que se presentan en todo acto de comunicación.

Este es, para mí, el viaje creativo hacia una vida mejor. Este recorrido se hace individual y colectivamente, enlazando mi vivencia íntima con la relación con los demás y el entorno. Es en el intercambio el espacio donde se define la posibilidad de ser y renacer en cada acto, cuando es espontáneo y abre posibilidades creativas.

El mundo es una recreación de nuestras inquietudes e intereses, todo lo que visualizamos y expresamos genera un efecto allá fuera. Seamos responsables de nuestras creaciones y aceptemos el potencial que tenemos de generar una vida buena para nosotros y para otros, en un movimiento compartido hacia la trascendencia.

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