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Comunicarse: cuestión de enfoque


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Mantener el enfoque es una de las claves más importantes para la expresión fluida y la comunicación con impacto.

Pensemos en las dificultades que experimentamos en nuestros procesos de comunicación: ¿Sientes miedo escénico en determinadas situaciones? ¿Tus dudas o tu introversión resta fuerza a tu expresión?  ¿Las emociones te abruman y superan en una conversación difícil? ¿Se te va el hilo de tus ideas? ¿Se te pierden las palabras adecuadas o precisas? Absolutamente todo esto tiene su base en la pérdida de enfoque, en cierta dispersión de la atención.

Por eso es tan relevante trabajar en nuestra concentración si queremos lograr interacciones más balanceadas y constructivas, con mejores resultados para todos los involucrados. Pensemos en las situaciones ya mencionadas:

  • Miedo escénico: la pregunta que debemos hacernos es ¿dónde estamos colocando nuestra atención? El temor a hablar en público generalmente viene acompañado -o producido- por imágenes recurrentes de aquello que puede salir mal, de los errores que podemos cometer frente a una audiencia determinada. Esto implica que estamos colocando la atención en algo que no nos apoya, que nos bloquea; de allí que un cambio en el enfoque es fundamental y generalmente calma los temores a la exposición.
  • Dudas e introversión: juzgar la introversión como algo negativo es realmente un malentendido. En realidad, si eres de las personas que se enfoca más en el interior, tienes un mundo de posibilidades para tu expresión, que provienen desde aquello que se mueve internamente. Esto implica un giro en el enfoque, para lograr utilizar los recursos subjetivos en una expresión que no exige, como a veces se cree, un despliegue de recursos gestuales o corporales, como quizás lo haría alguien extrovertido.
  • Emociones que abruman: al igual que con el miedo escénico, dejarse superar por el movimiento emocional es sostener un foco que no permite una expresión fluida y adecuada. En cierto modo es como si no dependiera de nosotros sino de la energía de las emociones, que por supuesto es impredecible, pero que debemos lograr encauzar. De allí que sea necesario apoyarse colocando la atención en un elemento más concreto y que podemos manejar a través de la voluntad consciente, por ejemplo en la postura corporal y en la respiración -no hay nada más concreto que esto-.
  • Ideas que se pierden: cuando pierdo el hilo de una presentación o exposición, o no encuentro la forma de compartir una idea en una conversación, hay un elemento de distracción presente, de cierta pérdida de conexión del propio ritmo y flujo del pensamiento. Pero con el manejo de la concentración, que funciona como un haz de luz que se dirige voluntariamente, es posible encontrar un espacio interior de calma donde “filtrar” los pensamientos y seguir con coherencia una temática, de inicio a fin.
  • Faltan las palabras: en la mayoría de las ocasiones logro identificar en esta situación un salto de la atención o el foco. Es posible que sea necesario trabajar sobre un mejor manejo del idioma o en ampliar el vocabulario, pero en general lo que ocurre es que estamos enfocados en una forma particular de articular palabras que puede no sernos natural. Por eso movilizar el enfoque para encontrar una aproximación más acorde con nuestra esencia facilita la superación de esta dificultad.

Como puede verse, el trabajo sobre la concentración y el enfoque es sumamente amplio y es el fundamento del desarrollo de las habilidades expresivas y la capacidad de comunicación.

Todavía hay un aspecto adicional en este asunto: sin capacidad para enfocar aspectos específicos, se hace imposible el avance o el aprendizaje. Es necesario poder mover el foco entre distintos aspectos: lo que experimento -sensaciones, emociones-; lo que se percibe desde afuera -mirado a través de una grabación o ejercicios frente al espejo, por ejemplo-; lo que pienso; la forma en que los demás reaccionan cuando me expreso; los niveles que se están manifestando en mi discurso -etapas del mismo, idea central y secundarias-; el lenguaje no verbal. Como podemos ver, se trata de un viaje en el cual mi atención debe alternar entre cada uno de estos elementos con gran rapidez, e incluso ocuparse de varios de ellos de manera simultánea.

Finalmente, es sumamente importante comprender que el enfoque no es únicamente una operación mental, sino una experiencia integral que sucede en todos los niveles de nuestra expresión.

Si quieres trabajar para alcanzar un mejor enfoque, podemos hacerlo juntos pues la atención se fortalece como un músculo, a través del entrenamiento dirigido, particularmente en la práctica de la expresión y la comunicación presencial. Puedes contactarme a través del correo aprendizaje@thekeycoaching.org

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